el right one – amuleto

Como un amuleto, el sol mojado se acuesta
a un lado de los tenis en el alambre,
Este día se cierra vencido, acumulando eventos,
decidido a convertirse en otra cosa,
a la que nadie debería darle importancia.
Cada vez con más fuerza el viento arranca del patio ramas secas de una palmera que da fe de la fertilidad capitalina. Debe tener unos veinte o treinta años de crecer en contra de todo pronóstico de la municipalidad por urbanizar San José.
Somos alrededor de ocho vecinos, todos disfuncionales, todos de distintas edades y procedencias. El de la entrada es chismoso, con excepción de él, compartimos un secreto desprecio por la vida de los otros siete. El hare-krishna responde al nombre de Jare.
Mienten acerca del tiempo los tres gatos gordos y ariscos tumbados por horas en el patio central y miran a la gente pasar con ojos de aguja de peaje. Hoy la muchacha del yoga adoptó una perrita de la calle, la seguirá llamando por un nombre que no podrá pronunciar aunque la libre de pulgas y ácaros.
En este lugar todo se deteriora muy rápido. Uno quiere escribir sobre el paso del tiempo y hay que soplarle el polvo a las hojas de un cuaderno nuevo, y parece que hace años el pie se ancló a ese concreto azul de la cocina cuando le daba doble tranca al llavín que a la primera no cierra.