Jose y Anita siempre superan la realidad, la mejoran. Tuve la suerte de conocerlos a los dos en momentos muy distintos pero siempre me dieron eso, una versión mejorada de la vida.
Se podría decir que ambos son mis amigos más viejos, a pesar los conocí con una diferencia de 5 años. Si lo contamos por la cantidad de momentos memorables entre los dos suman unos 23 años de acompañarme.
Una vez con Anita durante 2 días continuos jugamos a desarrollar cómo sería la vida del Coco o el Viejo del Saco. Pensamos que seguramente era buen tipo, pero le había tocado un trabajo horrible y lo hacía lo mejor que podía.
Con Jose he escrito a 4 manos. Le he revelado mis mayores vergüenzas y solo me ha devuelto una sonrisa.
Este año decidieron casarse, como solo lo pueden hacer 2 personas tan vivas. En medio de árboles, con sonido de marimbas, a metros de un potrero y repartiendo libros.
Me gustan sus manos cuando se juntan. El mundo es un mejor lugar por ellos dos, lo guardan con mucho cuidado, lo sacan a pasear. Ahorita mismo deben estar agachados, con la cabeza de cada uno a la altura de sus hombros, señalándole un punto curioso, y el mundo con asombro alza la vista y lo vuelve a ver.