Quinto Mundo

La bahía de Hunga Ha’apai, en la costa de Tonga, se levanta 9 kilómetros por encima de nuestras cabezas o por debajo, que es lo mismo. La mañana del 12 abril de 1602 Jerónimo de Ayanz y Beamont, al hacer la primera inmersión en su escafandra de buceo notó que luego de los primeros 50 pies las válvulas dejaban de funcionar y el descenso pasaba de 9 a cerca de 5700 metros por minuto, o caída libre.

La sujeción de una de las guías, de unos 50 metros, anclada al estribor de la quilla le sirvió de arnés para no convertirse en un proyectil. Cuando la tripulación vio el carrete de la guía girando pensaron que el capitán Ayanz estaba siendo succionado por una corriente o un pez de gran tamaño. Fueron los dos jalones al final, la señal de ascenso que el capitán siempre hacía, lo que les dio certeza de su supervivencia.

Lo trajeron de regreso colocando la guía en una polea y jalando todos con fuerza. Esperaban subir un Ayanz empapado, con el traje de caucho inundado y perforado el casco de metal. En su lugar, lo embarcaron seco, consciente y alucinado.

—Debajo de Hunga Ha’apai hay una playa- dijo y perdió la conciencia.

Esto que ahora nos parece de cajón en su tiempo causó mucha controversia. Lo que a simple vista semeja una bahía de aguas cristalinas y poco profundas, es en realidad un espejo o portal que comunica Alto Hunga Ha’apai con Bajo Hunga Ha’apai. Donde se divisa un sector de unos 5 m de diámetro que es más oscuro que el resto de la playa, se puede descender a la zona.

Su bajeza, el emperador Shuzclu Ac Tem, quien para la fecha presidia la locación submarina, insistió en que los estratosféricos, entiéndase, nosotros, habitantes por encima de los 0 metros sobre el nivel del alto mar, no los denomináramos submundo o mundo subterráneo. Cuando claramente nosotros habitamos lo que para ellos es la bóveda celeste.

No fue sino hasta 1839 que se consideró Bajo Hunga Ha’apai como territorio por parte de la comunidad internacional. Y que su población, los hapaineños poseen escudo de armas, unidad monetaria (el albatros) y cámara de representantes con su bandera, única en el mundo por tener sus costuras hacia afuera para simular que el tejido está debajo de la tela.

Pero legislación como tal no la tuvo hasta 1912. No por los estudios oceanográficos de los activistas, ni por el reclamo como territorio de la Commonwealth por parte del parlamento británico. Todos sabemos que eso nunca ha tenido importancia, mucho menos las disertaciones académicas a nivel mundial sobre cómo sobrevive una pequeña playa en el fondo del lecho marino que se dieron cita en Oxford y Harvard: Convección en el espacio-tiempo, la masa y la presión como concepto relativo y el campo gravitacional desde el Plano Abisopelágico.

Quien realmente logró legitimación fue el sector de bienes raíces ocupado en decidir el valor del mercado de esas fincas filiales. Estimaban que, si un propietario compra un acre de terreno en la zona supraespacial, entiéndase, por encima de los 0 metros sobre el nivel del alto mar, está adquiriendo a su vez su homólogo en las tierras que se encuentran 9km por debajo de la misma.

La mayor tesitura social se dio durante la Primera Guerra Mundial cuando sus gobernantes optaron por dejar de ser territorio neutral e inclinarse por el bando de la Triple Entente. Luego se supo del gran interés de la Unión Soviética por la extracción de titanio (Ti) que prolifera en las cumbres de Bajo Hunga Ha’apai. Nunca se supo bien si para minar estas tierras había que perforar desde arriba o escalar desde abajo.

Las tensiones internacionales en este y demás tema se suscitaron de nuevo ayer 22 de abril del 2019, luego de que el buzo y hapaineño de 32 años Jerome Bayz-Ay, subiera un video a YouTube, asegurando que había encontrado en Bajo Hunga Ha’apia una playa de aguas cristalinas con un foso oscuro de unos 12 m de diámetro.